sábado, 16 de febrero de 2008

Las Siete Maravillas del Mundo Antiguo

Muchas veces recordamos los logros de la humanidad a lo largo de la Historia en forma de cruentas batallas y gloriosas victorias guerreras, pero también hay que hacerlo desde su esplendor y su magnificencia artística. Con gran mérito, nuestros antepasados nos dieron las bases del arte actual, creando con esfuerzo obras de impresionante belleza y enorme envergadura, y mostrándonos como el ser humano también es capaz de crear maravillas.

Catalogadas en época helenística (siglo II A.C.), y teniendo como referencia los listados de los historiadores y viajeros griegos, se cree que la lista original de las Siete Maravillas de la antigüedad fue hecha por Antiparo de Sidón según unos, o por Philo de Bizancio según otros. Su procedencia griega explica la fuerte influencia de esta civilización en el criterio de elección de las obras, ya que sólo aparecen las pertenecientes al mundo que ellos conocían y se descartan las maravillas chinas, debido al poco contacto entre ambas civilizaciones en la época.

Que fueran 7 las Maravillas y no otro número es por la noción mística que se tiene de él. Siete son las veces que se deben perdonar según los hebreos, siete son los pecados capitales que aparecen en el Antiguo Testamento, al séptimo día Dios finalizó la creación del mundo y descansó, de ahí los días de la semana y el domingo de descanso, según el Génesis, y siete es el número de astros visibles en aquella época (el Sol, la Luna y 5 planetas). Por tanto, el 7 era considerado como el número perfecto.

Las Maravillas fueron construídas en diferentes etapas de la Historia Antigua, y su duración en el tiempo también fue variable. De todas, solamente una a perdurado hasta nuestros días: las Pirámides de Gizeh, con más de 4.500 años de vida. Las demás han llegado hasta nosotros a través de las descripciones de los cronistas helenísticos, puesto que poco a poco fueron cayendo víctimas sobretodo de los terremotos.

En su época, estas obras se consideraron dignas de ser visitadas y admiradas por mostrar la grandeza de la creación humana. Actualmente, son una prueba de conocimiento cultural y general.


1. Las Pirámides de Gizeh

Es la más antigua de las Maravillas, pero sin embargo la única superviviente. Las pirámides más antiguas datan del 2750 antes de Cristo, pertenecen al Antiguo Imperio del Bajo Egipto y actualmente conservamos unas ochenta. Se considera a Inhotep el arquitecto inventor de las pirámides, que servían como tumbas de los faraones. Años después se pasó a utilizar el sepulcro subterráneo.

Nos situamos en Gizeh, una vasta llanura situada a las afueras de la antigua capital de Egipto, Menfis. En esta necrópolis abundan las construcciones funerarias, puesto que es el cementerio donde van a parar todos los habitantes de la capital. Las más sobresalientes son las tumbas de los faraones Keops, Kefrén y Micerinos, construídas en el siglo XXV a. C. Sus pesados bloques de granito miden un metro de altura y se montan unos encima de otros, creando una forma piramidal de unos 51 grados de inclinación de los lados. A los alrededores se encuentran otras edificaciones menores. La construcción con materiales tan pesados y tan pocos recursos hace que nos sorprendamos más aún de su grandiosidad. Actualmente, casi 5.000 años después, la humanidad no ha logrado crear nada semejante. Las construcciones modernas, ni con todos los medios, consiguen multiplicar el peso de estas pirámides.

Durante mucho tiempo se ha especulado sobre la utilización de esclavos durante la construcción de estas maravillas, pero en realidad no es la utilización del término tal y como lo imaginamos. Para el trabajador egipcio, ser llamado para construir las pirámides era un honor y un servicio a sus venerados dioses y, tras el paso por la construcción de éstas, volvían a sus habituales trabajos. Pero esta creación no se debe solamente a una civilización fuertemente estructurada, sino también a un gran avance técnico. Los egipcios conocían la rueda, de la que se servían para medir y cortar de forma uniforme los bloques de piedra, y utilizaban troncos de madera para ayudarse a trasladarlos.

La pirámide más importante y grande es la del faraón Jofu, denominado Keops por Herodoto en su famoso libro de historia. Fue terminada alrededor del año 2570 a. C. y tardó 20 años en completarse. Mide 146,6 metros de altura, 230 de ancho y está compuesta de más de 2.300.000 de piedras. Dentro la iluminación corre a cargo de las antorchas. El sarcófago será bien escondido de los ladrones, que corren el riesgo de acceder a una falsa cámara sepulcral en vez de a la verdadera. Aún así, de las tres pirámides, sólo la de Micerinos permanecerá intacta hasta su expedición arqueológica.

Algunas citas célebres serán las de: Abd-ul-Latif, quien dijo que "todas las cosas temen el tiempo, pero el tiempo tiene miedo a las pirámides"; y la de Napoleón que, mostrando altas dosis de liderazgo y oratoria, animó a sus hombres en una expedición a Egipto cuando todavía era Primer Cónsul pronunciando las conocidas palabras "desde lo alto de estas pirámides, veinte siglos nos contemplan".

Parte de la piedra usada en su construción fue removida por los habitantes de El Cairo durante la Edad Media para construir viviendas, palacios y obras públicas.

Por último, hay que destacar una contemporánea de las pirámides: la esfinge, escultura que representa un león con rostro humano creado a partir de un montículo de caliza.

2. Los Jardines colgantes de Babilonia

Según dicen los relatos el rey de Babilonia Nabucodonosor se caso con Amyitis, la hija del rey de los Medos para de esta manera sellar la alianza entre ambos monarcas. Esta mujer acostumbrada a las montañas llenas de vegetación de su país no lograba acostumbrarse a las planicies soleadas y yermas de Babilonia. Por ello, el rey Nabucodonosor ordenó la construcción de los jardines. Éstos eran una especie de zigurat con enormes plataformas planas que contenían tierra de tal manera que pudieran albergar incluso árboles. De esta manera se construyó una montaña artificial. Como en la mesopotamia la piedra era escasa, la estructura debió fabricarse con ladrillos, lo que presentaba el inconveniente de necesitar una aislación hidrófuga para impedir que la humedad de la tierra deteriorara esta estructura. Para ello los babilonios recurrieron a recubrir los lugares donde la tierra iba alojada con asfalto y en algunos casos con plomo. Aún hoy en dia se ignora si estos jardines existieron o no en realidad o esto es tan solo una leyenda.
Los Jardines colgantes de Babilonia. Construidos en 605 adC - 562 adC. Ubicados en la ciudad de Babilonia, actual Iraq. Perduraron hasta no más allá de 126 adC, cuando la ciudad fue destruida definitivamente por los partos.

3. El Templo de Artemisa en Éfeso

Éfeso es una de las principales ciudades de Jonia en la costa este de Asia Menor, a orillas del mar Jónico. Desde siempre había sido un centro de culto de la diosa Artemisa, protectora de la caza, la naturaleza y los animales salvajes y la fertilidad, después llamada Diana por los romanos.

El templo de Artemisa o Artemision en Éfeso (actual Turquía). Construido hacia 550 adC y destruido por un incendio intencionado en 356 adC, Alejandro Magno ordenó su reconstrucción, culminada tras su muerte en el año 323 adC. Este nuevo templo, que debe ser considerado como el incluido dentro de la lista de las maravillas, fue destruido a su vez por los godos durante un saqueo en el año 262.

4. La Estatua de Zeus en Olimpia

En la Élide, ciudad al noroeste del Peloponeso, encontramos Olimpia, el principal santuario y lugar de culto de Zeus en Grecia. Bajo la atenta mirada de su monte más alto, el Olimpo, el festival de Zeus celebraba cada 4 años desde el 776 a. C. los famosos Juegos Olímpicos u Olimpiadas. A medida que estos juegos fueron creciendo en importancia, se fueron desarrollando más estructuras en la zona, entre ellos estadios y templos.

El Templo más importante fue el de Zeus, terminado de construir en el 457 a. C. Fue diseñado por Libón de Élide, con unas dimensiones enormes: 28 metros de ancho por 64 metros de largo, 20 metros de alto, y con columnnas de orden jónico de más de 2 metros de diámetro. En los frontones podemos ver mitos sobre las Olimpiadas, como es el de su origen, en el que Pélope vence atléticamente a Enomao para conseguir casarse con Hipodamia. Éste será uno de los grupos escultóricos más importantes del arte clásico griego.

Pero para los devotos del dios esto no era suficiente, y el templo debía tener algo que le distinguiera del resto de templos y que lo hiciera magnífico y único: una colosal estatua. El encargo fue encomendado al fabuloso escultor ateniense Fidias, que concluyó su obra sobre el 430 antes de Cristo. La Estatua de Zeus se ubica dentro del propio templo a pesar de su gran tamaño, de aproximadamente 7 metros de altura y 13 de ancho, y muestra al dios sentado en su trono. Está realizada en oro y marfil (técnica «crisoelefantina») sobre un centro de madera, y el trono es a su vez decorado con pinturas. Fidias sigue los ideales de equilibrio, belleza y armonía formal imperantes en la época. Era tan impresionante, que el emperador Calígula trató de transportar la estatua a Roma en barco, sin conseguirlo.

En el año 392 a. C. el emperador Teodosio el Grande prohibió el culto pagano. Hay diferentes teorías sobre la desaparición de esta maravilla. Algunas sitúan su fin en el siglo VI d. C., unos mil años después de ser construída, a causa de unos terremotos. Otras lo hacen pocos años después de su construcción, en el 426 a. C., por la orden de Teodosio II de demoler los monumentos de Olimpia. Y por último, se dice que la estatua fue llevada a Constantinopla donde se incendió en el 462 d. C.


5. El Mausoleo de Halicarnaso

En Halicarnaso, un estado de la Asia Menor (actual Bodrum, Turquía), el próspero reino de Mausolo ha hecho de ésta una ciudad importante. Pero tras 24 años gobernando, Mausolo muere en el 353 a. C. y es sucedido por su esposa y hermana Artemisia.

La viuda decide no reparar en gastos para hacer ver a la ciudad que jamás volvería a vivir una época tan fructífera como la regida por Mausolo, y para mostrar su reconocimiento crea la sepultura más especial de la Historia: el sepulcro de Mausolo o Mausoleo, término que actualmente utilizamos para designar a esta clase de monumento fúnebre.

La tumba fue construída por los arquitectos Sátiros y Piteas, partiendo de un podio rectangular de mármol sobre el que reposa una columnata de orden jónico (36 columnas) que sostiene una pirámide escalonada. En lo más alto, una estatua representa una cuádriga. Aparte de su gran altura, de unos 50 metros, es rico en adornos y frisos de gran belleza. Para ello contó también con famosos artistas griegos como Briaxis, Timoteo, Leucastes y Escopas, que se encargaron de realizar sus numerosos relieves y estatuas.

Tardó en realizarse desde el 370 a. C. hasta el 351 a. C. El reinado de Artemisa fue muy corto, tan sólo 2 años, por lo que los artistas decidieron concluir la obra por su cuenta. 16 años más tarde, Alejandro Magno destruye la ciudad, pero el Mausoleo permanece intacto hasta 1404, año en que lo destruye un terremoto. Algunas piedras se utilizaron para crear una fortaleza para combatir a los turcos. Los restos quedaron sepultados hasta que en una excavación en 1522 fue encontrado de nuevo y, según dicen, destruido por las autoridades islámicas de la época que prohibían la representación de figuras humanas.


6. El Coloso de Rodas

Nos situamos en el mar Egeo, a 18 kilómetros de la costa. Allí se encuentra la más importante de las islas Espóradas: Rodas, capital del Dodecaneso (un archipiélago formados por una veintena de islas). Esta situación geográfica privilegiada es la que convirtió a Rodas en el mayor centro económico y comercial del Mediterráneo Oriental.

Tras la muerte de Alejandro Magno en el año 323 a. C., los Diádocos («sucesores») pelearon por repartirse los restos de su Imperio. La ciudad de Rodas apoya a Tolomeo II Filadelfo, que ya tenía en su poder Egipto. Esto irritó a otro de los diádocos, Antígono, que envió a su hijo Demetrio I Poliarcetes rey de Macedonia a conquistar la ciudad de Rodas. Demetrio gozaba de gran privilegio como estratega militar, principalmente en los asedios. Con un ejército de 40.000 hombres, cantidad mayor que la población de Rodas, hizo uso de la técnica "Poliarcética" para atacar las grandes murallas y excelentes fortificaciones de la ciudad. Pero los habitantes consiguieron resistir hasta que Tolomeo envía una flota desde Egipto, haciendo replegarse a las tropas de Demetrio.

Para festejar la victoria, la ciudad decide levantar un monumento en homenaje a Helios, el dios del sol griego, en la entrada del activo puerto. Las obras irán desde el 294 al 282 antes de Cristo y serán dirigidas por Cares de Lindos, discípulo del escultor griego Lisipo. La estatua recibe el nombre de Coloso por sus gigantescas dimensiones (entre 30 y 35 metros de altura). Estaba hueca por dentro, y por fuera las placas de bronce cubrían su estructura de hierro y piedra. Los barcos podían divisarla desde muy lejos y pasar por debajo de sus piernas para entrar al puerto debido a su gran tamaño, aparte, su fama atrajo a viajeros de todo el mundo.

Es la más efímera de las maravillas, puesto un terremoto le debilitó las rodillas y se desplomó en el 224 a. C., 60 años después de su erección. Con él, habían sido 5 las maravillas en pie en un mismo tiempo. Tolomeo ofreció ayuda a los habitantes para reconstruir el Coloso, pero éstos se negaron temiendo que el terromoto hubiera sido provocado por el dios Helio, ofendido por su parecido con la estatua. Siguiendo los consejos de un oráculo, dejaron yacer sus restos donde cayeron. 900 años después, en el 654 d. C., los musulmanes se apoderaron del bronce como botín en una incursión.

Habían de pasar 2.000 años hasta que el hombre realizara una estatua colosal que superara su tamaño.


7. El Faro de Alejandría

A diferencia de las demás maravillas, ésta no va a ser un edificio o escultura, sino una torre de luces para facilitar la navegación (indicar el camino a los barcos).

En el año 331 antes de Cristo, Alejandro Magno fundó la ciudad costera de Alejandría en el recién conquistado Egipto. Se ubicó a 20 kilómetros de la desembocadura del Nilo para evitar que los sedimentos del río obstruyeran el puerto y, aparte del puerto marítimo, se construyó un puerto fluvial conectado mediante un canal. Esta liberación del dominio persa hizo que los lazos entre griegos y egiptos se estrechara, de forma que la nueva capital egipcia se convirtió en un importante foco de la cultura helena y de relaciones comerciales.

Cuando Alejandro murió, el rey Tolomeo II Filadelfo, de origen griego, se encargó de terminar la ciudad y decidió contruir en ella una torre de mármol blanco en la isla de Faros (en griego, Pharos, que dará lugar al término como hoy lo conocemos), que se encargara de guiar a los barcos a puerto. Las obras comenzaron alrededor del 285 a. C. y duraron aproximadamente 30 años. El arquitecto que las dirige será Sostrato de Cnido.

El faro tenía planta poligonal y estaba dividido en 3 secciones, con una altura, según se afirmaba, de 113 metros. Por las noches, la luz provenía de un fuego encendido en lo alto de la torre y reflejado mediante espejos, y durante el día se utilizaban los espejos para reflejar la propia luz solar. Para la época, aparte de ser una construcción única en el mundo, era la segunda más alta después de las pirámides.

En el siglo XIV, tras unos 1.600 años de vida, el Faro se derrumba por causas naturales, principalmente debido a los terromotos que la habían ido debilitando poco a poco. Sus restos se reutilizaron para construir una fortaleza cercana.


Fuentes
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2 comentarios:

Anónimo dijo...

la fotografia tambien es un arte!!!

Anónimo dijo...

la pintura es arte pero no una maravilla de el arte